heterotopo

Dentro de la misma exposición ubicada en “Factor Arte Galería”, (Rubén Darío esquina con Herrera y Cairo), se encontraban una mínima cantidad de esculturas que acompañaban los grandes óleos de Manjarréz. Dentro de esta selecta muestra de esculturas hubo una que me llamó la atención, pues me recordó a las representaciones de la diosa de la mitología griega Nike, quien representa la victoria. En efecto era un obelisco, pero a la punta de éste se encontraba una figura alada sin rostro, con ropas casi etéreas y una posición épica que evoca la época helénica de la escultura. La figura está hecha en bronce y mide aproximadamente un metro con setenta centímetros, mientras que la mera figura (ya que, como mencioné antes, la obra es un obelisco), mide aproximadamente cincuenta centímetros.

Ahora bien, sabemos que la libertad es uno de los ideales del ser humano desde que pudo juntar dos sílabas juntas. Nuestros antepasados nos han llenado la mente con los ideales de sus propios antepasados, entre los cuales están la libertad, la igualdad y la justicia. Y parece ser que, aunque todos deseamos con toda nuestra alma y todo nuestro corazón, no podemos ser libres. ¡De ninguna manera! Como decía el buen J. P. Sartre “Estamos obligados e inevitablemente condenados a ser libres” (Sartre, 1939). La libertad entonces se convierte en algo físicamente abstracto, algo imposible de encontrar en el mundo de las formas y los cuerpos, y sólo imaginable en el mundo ideal, de pensamientos e ideas. Nos convertimos en prisioneros de esta libertad, o del deseo de alcanzarla cada día que vivimos. Esta libertad a plazo entonces es algo etéreo, algo parecido a un ángel, algo que queremos creer que está ahí pero no contamos con las herramientas para comprobar su presencia o existencia. Es lo que hace a esta obra tan irónica y hasta ciento punto, amarga en el sentido de expresar algo tan querido y a la vez, inalcanzable.

Foto 1. Libertad en obelisco (2007), de Jorge Marín

Autor de la foto: Mariana Sandoval

Foto 2. Libertad en obelisco (2007), de Jorge Marín

Autor de la foto: Mariana Sandoval