Vitrinas / Alberto Vazquez Loaiza


Un nuevo espacio en Guadalajara abre sus puertas - usando la expresión muy ligeramente - a toda la ciudad en un posible intento por democratizar el arte y ponerlo a disposición de las masas. La Vitrina es el nombre que toma esta nueva y pequeña sala de exposiciones - que es tal cual, un aparador - ubicada en la Torre Américas sobre la calle Colomos justo a espaldas del afamado Bar Américas. El lugar pretende arrancar de un sólo movimiento la poderosa condicionante del museo o la galería como espacio único de exhibición al que no toda la población tiene acceso. La Vitrina quiere privar al arte de toda su mística y parafernalia anterior y darle un nuevo empaque que termina siendo igualmente blanco, igualmente iluminado e igualmente condicionante.

El aparador de una tienda está diseñado para seducirnos, apelar a nuestros placeres más bajos e invitarnos a pasar y participar con alegría en la orgía de consumo que se realiza al interior. Ropa, muebles, perfumes, libros, joyería, vodka, televisiones y ahora, por lo visto, arte, productos que podemos observar y desear a través del cristal, productos que representan una vida que queremos y no podemos tener y pararé aquí porque no deseo exponer en las ya más que conocidas y condenadas - pero muy obedecidas - perversiones de la publicidad y el mercado.

El caso es que con toda la lógica de una vitrina el británico Liam Glick inaugura el lugar ya mencionado con su "Gran Centro de Conferencias" - que es tal cual, un enorme letrero de fondo con la frase resaltada, ¡aquí no se andan con rodeos! - El artista pone a la vista de todo caminante, conductor, lavacoches y borracho trasnochado del Bar Américas una obra que engaña - o se burla - con estar al alcance de cualquiera.

Claro, el Gran Centro de Conferencias es un espacio iluminado de dos metros de ancho y medio metro de profundidad protegido por una ventana que da justo a la calle. Entonces, quiere decir que si me paro ahí adentro ya soy un gran conferencista: tengo el espacio divinizado, tengo a un público que me observará y por el hecho de estar adentro todo lo que diga y haga - por ejemplo, sacarme los mocos y acomodarme el calzón - se magnificará y resultará ser un statement cultural de interés global.

Por fin, alguien entiende que todos tenemos algo importante que decir y nos da el espacio para hacerlo. Ahora sí el arte es democrático, se acerca a la gente y se aleja de las élites. Ahora todo lo que tenga que decir podrá ser escuchado, juzgado, discutido y aplaudido como merece. Ahora todos podemos ser grandes conferencistas, artistas y voces de nuestra generación, todo puede ser arte, protesta, declaración y leyenda.

Claro, sólo necesitamos encontrar las llaves de La Vitrina y tener verdadero acceso a ella.

Ficha Técnica:

Gran Centro de Conferencias
Liam Glick, 2009.
La Vitrina
Colomos 1224 (Torre Américas, casi esquina con López Mateos)
Abierto las 24 horas.

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