Eco-café / Patricia Contreras




No cabe duda que el arte es cada vez más accesible a la sociedad en general. Un ejemplo de ello es la exposición de las obras de Oscar Ayala, presentada en el Eco-café, ubicado en Marsella 454. Qué mejor que disfrutar de un buen café para entablar una amena discusión sobre el trabajo de Ayala que consiste en aproximadamente diez dibujos instalados en el interior del café.
Aunque todos sus dibujos fueron de mi total agrado, hubo algunos que me resultaron más interesantes que los demás, tal es el caso de “Campo de batalla”. Se trata de una obra hecha de grafito sobre papel, con un tamaño de 24 x 34cms, en blancos, negros y grises, donde la línea de horizonte está ubicada entre el suelo parecido a una mesa de ajedrez, y la cara de un hombre que podría ser Dalí. Por la expresión de los ojos, y la frente contraída, pareciera que el hombre está atemorizado, mientras que el piso pareciera extenderse ante nosotros. Es como si se tratara de una batalla entre el hombre de frente amplia y ceja bien delineada, y nosotros, los espectadores. La distancia que hay entre él y nosotros está delimitada por una mesa de ajedrez.

Otro dibujo interesante es el llamado “Para lo que va quedando de mí”. Ese dibujo es de técnica mixta sobre papel, mide 34 x 24cms, e igual que las demás, está hecha en tonos de negro, blanco y grises. En ella se observa a un anciano sonriente que a su paso va dejando cierta luminosidad, que es observada en tonos más claros de gris. Podríamos hablar de tres tiempos, relacionados entre sí por el elemento principal que es el señor. La parte más luminosa podría ser su pasado, un pasado claro, limpio, satisfactorio, tomando en cuenta la expresión del anciano. La segunda parte implica al señor, dibujado en tonos claros, pero en la parte superior empieza a notarse una nube oscura, eso representaría su presente, un poco claro, un poco incierto. Y la tercera parte, es la parte más oscura del dibujo, que viene a representar el futuro incierto.

El resto de los dibujos son también grises, pero no por ello menos llamativos. En todos existe la presencia de una o varios personas. Al parecer no existe ritmo o algún orden especifico en la colocación de los dibujos, todos están dispersos en las paredes del café por lo que se puede apreciar todo el trabajo de este artista desde la comodidad de tu mesa.

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