Ego, construcción y destructor social/Luis Toxtli


En el instante que tuve que decidir lo que entregaría para la exposición de arte, me di cuenta que ante mi yacía la terrible complicación de lo que podía hacer. Jamás me he considerado un buen dibujante, ni se diga pintor; sin duda en tantos intentos a lo largo de la vida algo ha salido, mas las sensaciones de haber fracasado en el intento de plasmar mis ideas en un papel son mayores. A fotógrafo, con todo respeto a quien tomó una cámara e hizo con ella una obra de arte, no quise jugar, ya había demasiados. Una escultura jamás cruzó por mi mente, al menos no con un paso serio y decidido, no como algo realizable, simplemente pasó por mi cabeza la idea. Después llegó otra: música. Obviamente desapareció igual o incluso más rápido que la anterior. De esta manera yo seguía en mi conflicto sobre qué presentar para el 4 de Noviembre. Cuando de pronto un capricho, porque francamente no puedo definirlo de otra manera, se me vino a la mente. Sabía que no era muy bueno dibujando, no tenía ni pista de cómo utilizar flash y mucho menos sobre cómo realizar una animación en forma. Videos, he hecho muy pocos y todos demasiado escolares. Editar, bueno, lo básico supongo. Así que con todos estos obstáculos decidí, tratando de hinchar el pecho para espantar cualquier duda que pudiera aparecerse, hacer una animación-caricatura o, utilizando un nombre más lujoso, un trabajo de video-arte.


La elaboración fue compleja, el proceso un reto, el resultado bastante simple. Una semana dibujando, dos días escaneando los papeles y finalmente otros dos días editando; y así tras horas y horas terminé lo que el próximo martes estaré viendo con ojos llorosos, falta encontrar la razón de las lagrimas, en la pared de la Casa Museo Lopez Portillo. Pero más allá de hablar de lo que fue el proceso quiero aprovechar este espacio para hablar del concepto, que es su razón de ser.

El trabajo no es más que un concepto. Cada trazo y torpe transición no es más que la expresión de una voluntad consciente de la simpleza y tosquedad de los resultados que iba creando. Las imágenes no encuadran perfectamente y los movimientos no son fluidos, la razón: la vida no es perfecta y este video tampoco lo es. Pero más allá de los detalles encontramos una idea central: el ego.
El ego es presentando en este video como una creación social. No es otra cosa que una necesidad de la sociedad humana por distinguir a sus integrantes. El ego, el yo, es la herramienta por la cual me reconozco como una persona separada, única, diferente del resto. Con la cual justifico mi existencia. Este auto-reconocimiento es creación social en el sentido de que es la misma sociedad quien se encarga, si bien no de darle origen, sí de sustentarlo, de darle reconocimiento, justificación a su existencia. Sin embargo, en el afán de establecer una clara diferencia entre los individuos se llega a una separación de ellos. Una desvinculación, y lo cual es finalmente la trama de este video. Cómo el ego llevado a extremos es una causa importante de conflictos. Cómo el ego provoca el odio, la soledad, la violencia, pobreza, soberbia… caos. Cómo se transforma en un destructor social.









Nombre: Ego, construcción y destructor social
Creado por: Yo
Técnica: "video-arte"
Casa Museo Lopez Portillo

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