'Quémese después de leerse' /Felipe Hernández Leal




Después del formidable drama ganador del Óscar, Sin lugar para los débiles (No country for old men), seguía, al parecer, en el paradigma creativo de los hermanos Coen, la entrada de una farsa, y ésta debía tener proporciones casi incomprensibles, por lo que naturalmente debía iniciar con personajes ordinarios dentro de situaciones completamente ajenas a su cotidiana vida. Lo que seguiría después de este arranque, difícilmente podría igualar la sutileza de Fargo, o la misteriosa conjetura de Big Lebowski, dos de las mejores cintas de los hermanos. Quémese después de leerse se desarrolla, con humor similar a la de sus personajes centrales, y con parejas de cinismo, un gusto declarado por la acción verbal, por el exceso en las actuaciones (Brad Pitt, en el papel de un imbécil incapaz de pensar más allá del gimnasio en el que trabaja; Tilda Swinton, un vacío existencial; Frances McDormand, una histérica en busca de un sentido en su vida), y por un ende una comprensión a lo que es la estupidéz humana. 



No sorprende entonces que en los actuales tiempos de crisis financiera global, y de esperanzada corrección política, la sátira de los hermanos Coen defraude las expectativas de sus críticos mejor intencionados en el país del norte, quienes le reprochan, por decir lo menos, irreparables faltas de buen gusto o de coherencia, añorando películas suyas más controladas y, por decirlo rápido, menos cínicas. Sin ser una cinta con tintes muy claros de farsa política. Si a algo remite su tono irreverente es al inventario de mentiras y torpezas políticas padecidas en Estados Unidos estos recientes años. Frente a la obcecación e idiotez, justamente sancionada, de sus altos mandos políticos y militares, la sátira de Quémese después de leerse pega no sólo justo, sino tal vez por debajo de su inspiración posible. Cada personaje en la cinta es emblema exacto de algún idiota satisfecho, en el mundo del espionaje, de la política o de las finanzas. Y si todo ello termina siendo una verdadera caricatura, habrá que dar por ello un crédito mayor a los modelos que al dibujante.

Parece una situación que se sale de control. Goza de maravillosos contenidos, aunque hay momentos en que parece que a los propios Coen se les pasa la mano, situaciones forzadas o demasiado gratuitas, que para muchos resultarán sin sentido. Pero con todo y esto la película se disfruta y será del gusto de los seguidores de los hermanos, aunque en ciertos aspectos dista mucho de su anterior entrega. 



Algo digno de destacar es la formidable actuación de Frances McDormand, esposa de Joel Coen, y quien hace más de una década le regaló, dentro de una de sus películas el Óscar a Mejor Actriz. En este film también resulta maravillosa, con un timing perfecto que logra resaltar sus capacidades sobre el resto. Quizás ayuda el personaje tan solitario y poco comprendido enredado en esta historia. La fotografía corre a cargo del mexicano Emmanuel Lubezki, quien hace uso de sus atmósferas grisáceas como en el resto de su filmografía. 

Sin duda se trata de una propuesta fresca y digna de ser revisada en alguna de las salas locales, pues como es bien sabido, la mayoría de las películas de esta estirpe no suelen mantenerse por mucho tiempo en la generalidad de los gustos. Los Coen parecen haber dado inicio a una temporada de películas que prometen y que sin duda buscan un lugar dentro de los principales premios del medio. 


FICHA TÉCNICA:
Nombre: BURN AFTER READING (Quémese después de leerse)
Guión y Dirección: Joel Coen; Ethan Coen
Cast: John Malkovich, George Clooney, Brad Pitt y Frances McDormand
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Distribución: Focus Features
Presupuesto: 37 millones de dólares
Fecha de estreno: Octubre 17, 2008

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